La migraña es uno de los trastornos neurológicos más prevalentes. De hecho se trata de la patología neurológica que con mayor frecuencia es atendida en los centros de salud por los médicos de atención primaria.

La migraña es un tipo de cefalea primaria que puede llegar a ser muy limitante para el paciente que lo sufre ya que hasta en más del 70 % de los pacientes aparecen otros síntomas como las naúseas, vómitos, fotofobia, sonofobia, mareo, alteraciones visuales... que llegan a comprometer de manera significativa la calidad de vida de estos pacientes.

Para tener una idea más acertada de la discapacidad que puede llegar a ocasionar, la propia OMS (Organización Mundial de la Salud) sitúa a la migraña como la 8ª enfermedad más discapacitante de la humanidad en días de capacidad por años vividos.

Por desgracia y debido al contexto pandémico por COVID los Neurológos estamos objetivando una clara descompensación de casos, tanto la aparición de nuevos debut migrañosos como empeoramientos de aquellos pacientes ya diagnosticados previamente de migraña. La propia infección por covid, la vacunación así como el contexto de fatiga pandémica en el cual estamos sumergidos está favoreciendo este aumento de casos.

Teniendo en cuenta que incluso antes de la pandemia se trataba de uno de los trastornos neurológicos más frecuentes, en la actualidad esta tendencia al alta está ocasionando de forma paralela una clara disminución de la calidad de vida global de estos pacientes que sufren esta dolencia. Todo esto se traduce en una menor productividad y rentabilidad laboral por parte de estas personas.

¿Podemos tratar y mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes con migraña?

Como especialista en Neurología estoy obligado a tener una visión optimista y no pesimista teniendo en cuenta las circunstancias histórico-sanitarias que nos ha tocado vivir.  En este sentido y gracias al avance en el desarrollo de nuevas terapias antimigrañosas tenemos a disposición multitud de fármacos que son utilizados en el tratamiento la migraña.

En primer lugar es fundamental que los pacientes conozcan que hay vida más allá del uso de analgésicos y antianflamatorios convencionales como paracetamol, metamizol, ibuprofeno…  Es de vital importancia que el propio paciente sea conocedor de que existen dos vías de tratamiento diferenciadas pero compatibles totalmente.

Por un lado tenemos el tratamiento sintomático que son aquellos fármacos que se usan cuando aparece la crisis migrañosa y que aparte de los analgésicos convencionales descritos previamente existe otra familia de fármacos denominados triptanes que son más eficaces y que en muchos casos los propios pacientes desconocían incluso arrastrando procesos migrañosos de años de evolución. 

Por otro lado y de mayor importancia que el primero existen múltiples tratamientos preventivos cuyo objetivo es disminuir la frecuencia y la intensidad de los episodios de migraña al mes. Algunos de estos fármacos son el propanolol, flunarizina, topiramato, zonisamida, amitriptilina… En los últimos años se han incorporado también la infiltracicón de toxina botulina y los nuevos anticuerpos monoclonales con excelentes resultados.

Realmente todo suma y es muy importante la información y formación que el paciente pueda recibir ya que hay multitud de aspectos extrafarmacológicos (terapias naturales, estrés, sueño, alimentación...) que la persona debe de conocer para realizar un adecuado control de su migraña.